Un órgano de ultratumba deja paso a las campanas a muerto y, bajo la lluvia, nos recitan unos versos acompañados de un piano. Poco a poco, se introducen unos sonidos cercanos al oriente que nos ayudan a meditar y, bajo el ruido del ruido, disparan la mente hacia los pensamientos más profundos del alma. Vuelve el piano con una triste melodía mientras llueve, y los versos (si no me equivoco procedentes de poemas de Marian Ramentol: "compraré un viaje de ida para el recuerdo"), martilleados por las campanas, siguen sugiriendo y aterrorizando a la vez. A continuación, se nos presenta el rumor que debe hacer la inmensidad del espacio, y al mismo tiempo aparece una guitarra que, poco a poco, nos trae una melodía de desesperación. La conjunción de ambos elementos nos ayudaría a levitar. Casi silencio, ruido durante la cual recordamos los anteriores sonidos, y de golpe, el órgano inicial. Bajo esta melodía lúgubre, nos recitan unos versos por parte de una mujer que nos inquietan, en gran parte por la entonación y cadencia de los versos, como un oscuro ritual de palabras. Después, versos recitados al revés, ruido, la guitarra anterior por debajo, todo ello nos podría llevar a la locura absoluta, sino fuera porque aquí termina el primer tema de ODI, hecho para sentir, no para ser escuchado.
Sabía que la armónica podía sonar triste, pero nunca había imaginado que pudiera ser desoladora, melancólica, desesperanzada. Así comienza Akollonizer. Una voz deformada nos habla, el despertar de Gregor no ha sido muy reconfortante. El tedio más profundo hace entrada mientras habla, y de fondo se mezclan voces y palabras que no comprende (parece japonés) ...
La rabia aparece en forma de algo parecido al grindcore-noise, Gregor no soportaba oír lo que le decían: música a 1000 revoluciones, gritos, llantos, pánico, ruido.
Un riff sludge empieza a tomar forma, totalmente disarmónico, hasta que explota en una mezcla de ruido y gritos. Más ruido, otra vez sludge, un solo nada agradable, Gregor llama, se ahoga. Finalmente, las campanas a muerto dan paso a una especie de liberación expresados con una serie de sonidos tranquilizador, pero deformados de tal manera que se presiente que el miedo aún persiste.
Cuando habías conseguido llegar a cierta serenidad, el grindcore noise hace arte de presencia, con dos voces, una más fuerte, la otra más desesperada. De pronto, sintetizadores que nos intranquiliza y nos confunden: ¿hacia dónde vamos? Es una auténtica pesadilla.
Devuelve el grindcore con las dos voces, la grave y la de alguien que parece empequeñecido y grita tanto como puede. Silencio, expectación, mientras nos embiste una nota distorsionada de mil maneras.
Una flauta medieval parecía que nos acercaba a un final feliz, pero no fue posible, grindcore, ruido, que nos hacen despertar empapados de sudor.
Acaba, y la muerte nos habla envuelta con tres notas de órgano, mientras alguien se despide. Las notas se alargan, la muerte nos recita. FIN
Sabía que la armónica podía sonar triste, pero nunca había imaginado que pudiera ser desoladora, melancólica, desesperanzada. Así comienza Akollonizer. Una voz deformada nos habla, el despertar de Gregor no ha sido muy reconfortante. El tedio más profundo hace entrada mientras habla, y de fondo se mezclan voces y palabras que no comprende (parece japonés) ...
La rabia aparece en forma de algo parecido al grindcore-noise, Gregor no soportaba oír lo que le decían: música a 1000 revoluciones, gritos, llantos, pánico, ruido.
Un riff sludge empieza a tomar forma, totalmente disarmónico, hasta que explota en una mezcla de ruido y gritos. Más ruido, otra vez sludge, un solo nada agradable, Gregor llama, se ahoga. Finalmente, las campanas a muerto dan paso a una especie de liberación expresados con una serie de sonidos tranquilizador, pero deformados de tal manera que se presiente que el miedo aún persiste.
Cuando habías conseguido llegar a cierta serenidad, el grindcore noise hace arte de presencia, con dos voces, una más fuerte, la otra más desesperada. De pronto, sintetizadores que nos intranquiliza y nos confunden: ¿hacia dónde vamos? Es una auténtica pesadilla.
Devuelve el grindcore con las dos voces, la grave y la de alguien que parece empequeñecido y grita tanto como puede. Silencio, expectación, mientras nos embiste una nota distorsionada de mil maneras.
Una flauta medieval parecía que nos acercaba a un final feliz, pero no fue posible, grindcore, ruido, que nos hacen despertar empapados de sudor.
Acaba, y la muerte nos habla envuelta con tres notas de órgano, mientras alguien se despide. Las notas se alargan, la muerte nos recita. FIN
Johnny "The Fox"
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